Los cristianos muchas veces tenemos comportamientos similares a los perros o a los gatos.
Algunos, al igual que un gato, se enfocan y viven principalmente para recibir las bendiciones “del amo” (Dios), pensando y viviendo para los placeres que ofrece esta vida terrenal. Otros, al igual que el perro, disfrutan de la atención que el amo (Dios) les da, pero su enfoque verdadero es la vida futura. Los “gatos” viven el ahora; los “perros”, viven con su mente y su meta en la eternidad.
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