El Apóstol Pedro, más conocido como «el apóstol sanguíneo», fue el primero de los discípulos en hacer una confesión mesiánica del Señor Jesucristo, cuando le dijo: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mt. 16:16).
En otras palabras, le expresó: «Tu eres el Mesías y eres Hijo del Dios que vive». Y Jesús lo tuvo que alabar: «Bienaventurado eres, Simón hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos» (Mt. 16:17).
Pedro se parece a muchos de nosotros. En él nos vemos identificados en nuestras ligerezas, nuestras fallas, nuestras oportunidades; y sobre todo en el deseo de querer agradar a nuestro Señor Jesucristo. ¡Es todo un personaje en el colegio apostólico! Uno con el cual reímos y también lloramos.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.