La benignidad es hermosa, no únicamente para recibirla, sino especialmente para darla. ¿Está la enseñanza de la bondad escrita en su corazón? ¿Practica usted la bondad a cualquier precio? ¿Recuerda la parábola del Buen Samaritano, la maravillosa historia del extranjero menospreciado que ayudó a la víctima de asalto que quedó casi muerta? Jesús concluyó con estas palabras: “Ve, y haz tú lo mismo”.
“Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa” (Mateo 10:42)
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