¿Agotado? ¿Agobiado? ¿Angustiado?
Una jornada de trabajo generalmente prolongada, unos continuos desplazamientos obligados y una tecnología que ejerce tiránico control de nuestro tiempo y nuestros movimientos, acaban con toda posible reserva de energía, dejándonos exhaustos y al borde del colapso.
Las presiones económicas hacen que no podamos librarnos fácilmente de todo lo que nos ata, lo cual nos lleva a plantearnos al estaremos cumpliendo con la voluntad de Dios.
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