Te has preguntado alguna vez qué opine Dios de ti?
¿O en qué lejano lugar de la lista de «los escogidos para grandes cosas» estás tú? Uno trata de no hacérsela, porque le tememos a las respuestas. El asunto es que nos hacen creer que Dios solo escoge a los superdotados espirituales que viven vidas de películas y que de seguro los reconocerán por sus biografías. Sin embargo, miles somos parte de los hombres y las mujeres comunes y corrientes que luchamos y peleamos contra nosotros mismos. Los que caemos, los que fracasamos y los que, lo máximo que hemos alcanzado, es cambiarle un neumático a una indefensa abuelita en medio de una carretera. ¿Quién se fijaría en nosotros?
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