Las adicciones son cárceles internas que le impiden a las personas ser quienes fueron diseñadas para ser, que las inhabilitan para amarse y amar a otros, que los ponen en jaque cada vez que están a punto de lograr algo y que al final les absorben la vida de a pocos alejándolos de la realidad y la capacidad de disfrutar la vida.
¿De dónde vienen y cómo podemos evitarlas? ¿Qué podemos hacer si ya caímos en ellas o si han estado rondando a alguno de nuestros seres queridos? El pastor Diego Salazar tuvo una larga relación con las adicciones desde que era un niño,sabe cómo hablan, cómo se mueven, dónde están y cómo entran a la vida de las personas sin importar su edad, condición socioeconómica o profesión. Estuvo involucrado con pandillas, durmió en las calles y soportó el sufrimiento que tiene como consecuencia ser adicto al alcohol, el cigarrillo, las sustancias psicoactivas y el juego.
Él experimentó la manera en la cual el vicio consume no solo la vida, sino también la familia de quienes se hacen esclavos de cualquier adicción, porque nadie está completamente a salvo de las garras de la adicción, que no se limita al consumo de sustancias, sino que conforme pasa el tiempo ha encontrado un abanico mayor de formas en las cuales ocultarse: juegos de video, pornografía, comida, sexo y toda actividad en la cual una persona pueda enajenarse en sí misma para no procesar correctamente la realidad y las relaciones.
Luego de que Diego Salazar se encontró con Jesús y pasó por un profundo proceso de rehabilitación, decidió contar en un libro la historia de su vida y con ella todos los secretos que sabe de las adicciones y lo que las hace tan atractivas y difíciles de percibir en ocasiones; En Nunca quise ser adicto no solo está el espejo de la vida de un hombre que frente a las circunstancias difíciles eligió las drogas como forma de escape, sino también las verdades y herramientas que Dios le dió para salir de la cárcel del vicio.
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